miércoles, 16 de enero de 2008

Más interrogantes sobre el sida


Una nueva luz de alarma se ha encendido acerca del sida. Según recientes investigaciones, los enfermos que han sobrevivido merced al llamado "cóctel" de drogas padecen otras graves enfermedades. Una amenaza que amerita una completa y definitiva investigación.

El sida fue descubierto en Nueva York en 1979. El virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH) fue identificado entre 1983 y 1984 por investigadores que trabajaron en distintos países: Luc Montagnier, en Francia, y Robert Gallo, en los Estados Unidos. Se estableció así que la infección del VIH impedía al organismo defenderse del asedio de diversos agentes patógenos oportunistas, razón por la cual el enfermo se volvía extremadamente vulnerable a otros males que consumían finalmente su vida.

Durante años no hubo recursos eficaces para combatir al VIH, pero a través de ensayos y errores se llegó a una cierta solución cifrada en una combinación de drogas que, sin prometer la curación, significaba un gran avance, porque permitía un cierto control de la enfermedad. Por eso, un cuarto de siglo después de la detección e identificación de la enfermedad, se pudo afirmar de manera categórica, como lo hizo el distinguido médico argentino Julio González Montaner en el VI Congreso Argentino de Infectología, que "morirse de sida es un pecado, porque los tratamientos están, existen y funcionan".

La aplicación de los logros alcanzados por los científicos tropezó para su aplicación con inconvenientes derivados, en parte, de su elevado costo, motivo por el cual los tratamientos no pudieron ser iniciados, en la mayoría de los casos, sin la ayuda estatal. Además, era indispensable que el enfermo cooperase con una cierta disciplina para someterse a un tratamiento prolongado que obliga al cumplimiento preciso de las indicaciones médicas.

Por la primera de esas razones, a los enfermos de países desarrollados, ricos en recursos, les fue posible encarar el tratamiento y, también, por razones de mejores medios y controles, el paciente se adecuó al tratamiento. Lo opuesto ocurrió, en cambio, donde imperan la pobreza, la falta de medios y de conciencia sanitaria. Así las cosas, el panorama inquietante se concentró en los países no desarrollados, de bajo nivel educativo, tal como lo han demostrado los periódicos informes de la ONU.

Ahora, de acuerdo con un artículo de Jane Gross, de The New York Times, la generación de quienes contrajeron el mal hace años y han sobrevivido merced al "cóctel de drogas", hoy, ya en la edad madura y cercana a los 60 años de edad, sufre el asedio de un conjunto de graves enfermedades que, por lo general, son propias de la vejez. Esta irrupción anticipada de males ha planteado otros interrogantes sobre el curso de la enfermedad y la vigencia de los tratamientos. Sin embargo, aunque las complicaciones puedan presentarse, los recursos que se van generando a partir de la continua investigación permiten solucionar los problemas que se suman con el curso de los años. En este sentido se ha expresado una oportuna carta del médico infectólogo argentino Gustavo D. Lopardo.

Desde luego, toda respuesta de valor concluyente demanda tiempo. Los temores poseen cierta lógica, ya que el continuo efecto de las drogas provoca un desgaste que aceleraría el envejecimiento y sus males. Esa es la dura experiencia que hoy enfrenta la primera generación que ha podido vivir pese al VIH y sus diversas acechanzas, y que ante esta ingrata novedad cifra sus mayores esperanzas, es previsible, en los avances de la ciencia.

No hay comentarios: